Sofraga Palacio: una moderna inmersión medieval en Ávila
MADRID, 19 Feb. (EUROPA PRESS
En pleno centro de Ávila podemos disfrutar de una moderna inmersión medieval en forma de hotel. Un majestuoso palacio del siglo XVI que se encuentra adosado a la muralla de Ávila, declarada Patrimonio de la Humanidad, conserva aún sus rasgos históricos en un edificio completamente rehabilitado que combina de manera ideal modernidad con historia.
Sofraga Palacio dispone de un total de 27 habitaciones exclusivas con vistas a la muralla, a la catedral, a la basílica de San Vicente y al propio entorno, con jardines y cedros centenarios; ninguna estancia es igual a otra y en todas ellas siglos de historia han quedado atrapados en las paredes de mampostería y ladrillo y en los techos de madera.
A poco más de una hora de Madrid, representa un plan perfecto como escapada de lujo accesible; su restaurante, en un antiguo patio acristalado frente a un jardín, es un destino gastronómico en sí mismo protagonizado por clásicos castellanos como las patatas revolconas con torreznos, las judías de riñón con matanza y el chuletón de Ávila, oferta completada con los mejores vinos de la región.
DORMIR ARROPADOS POR SIGLOS DE HISTORIA.
Dormir arropados por 1.000 años de historia es un lujo inmaterial pero accesible, algo solo posible en un país como España, en el que contamos con un patrimonio cultural formado por más de 300 Conjuntos Histórico-Artísticos.
Uno de ellos es el casco antiguo de Ávila, inscrita en 1985 en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en reconocimiento a sus valores universales excepcionales. Es uno de los ejemplos de ciudad fortificada mejor conservados del mundo, con su impresionante muralla medieval --construida a finales del siglo XI-- conservada íntegramente y con notables iglesias románicas extramuros.
En el siglo XVI, las casonas nobles que se encontraban junto a la muralla se adosaron al recinto defensivo. Enclavado en la esquina noreste de la muralla, el hotel Sofraga Palacio ocupa una de estas casonas: un palacio medieval cercano a la Puerta de San Vicente que perteneció durante generaciones a los Águila, familia muy influyente entonces en Castilla.
Su estructura actual responde a la rehabilitación acometida en el edificio y los jardines a finales del siglo XIX; posteriormente, en 2015 y 2020, fue restaurado para su actual uso de restauración y hostelería. La intervención corrió a cargo de la firma de arquitectura y decoración Requena y Plaza, que renovó las habitaciones (en las dos plantas superiores) - y las zonas comunes, un total de 1.900 metros cuadrados.
Sofraga Palacio conserva los rasgos históricos del edificio, con sus emblemáticos muros de sillería, ladrillo castellano visto, artesonados de madera y balconadas. Y algo único y sorprendente: la piedra de la propia muralla de Ávila ejerce incluso como cabecero de algunos de los dormitorios y como pared de pasillos y salas, ya que está integrada en la estructura del hotel.
Todo ello se combina con una propuesta moderna, en una integración perfecta entre pasado y presente. Hay grandes puertas correderas para diferenciar espacios, mármoles blancos y tonos claros, que aportan serenidad y elegancia. El conjunto se completa con luminarias led, y con tonos azul cielo en las tapicerías. En los dormitorios, el rosa palo y el verde olivo aportan puntos de luz.
El hotel ofrece 27 habitaciones y suites exclusivas, con todo lujo de detalles, en cinco categorías (doble superior, king premium, junior suite, suite y suite presidencial. Todas ofrecen vistas al palacio y a sus alrededores, y algunas también a la muralla abulense y a la catedral.
RESTAURANTE Y GASTROBAR: EXPERIENCIA GASTRO-CASTELLANA
Su restaurante homónimo se encuentra en un luminoso patio acristalado frente a un jardín del siglo XIX presidido por un imponente cedro de cinco siglos. En dos alturas y con capacidad para 65 personas, cuenta con una zona de reservados.
En la zona de gastrobar, más informal y con barra, hay opción a un tapeo con vinos de la región: unas patatas revolconas con torreznos de Soria, una oreja a la plancha picante o una tabla de quesos barraqueños y de La Adrada, acompañados de membrillo de Santa Teresa.
La carta del restaurante, protagonizada por la tradición y el producto de calidad y cercanía, comienza con entrantes como las judías de riñón con matanza o las mollejas de cordero lechal salteadas con ajos tiernos.
Hay varias propuestas de arroces, como el de chuleta avileña a la brasa o el de Calasparra con setas y verduritas; pescados como las cocochas de bacalao al pilpil con patatinos al romero o el lomo alto de bacalao asado con salsa vizcaína. También se puede disfrutar de soberbias carnes: asados al modo tradicional como la paletilla de cordero lechal de Castilla y León y el cochinillo lechal con patatas confitadas, y a la brasa: chuletón, entrecot o solomillo de ternera avileña, chuletón de vaca madurado 60 días o chuletillas de cordero lechal. Entre los postres, todos caseros, destacan la leche frita la tarta de queso cremosa y el helado de crema de orujo.
La bodega, nutrida de referencias clásicas, hace un recorrido por las principales denominaciones nacionales, y por supuesto castellanoleonesas, con una parada especial en la D.O.P Cebreros --con vinos que nacen en las laderas de la Sierra de Gredos--, tierras milenarias de Ávila protagonizadas por las variedades de uva garnacha tinta y albillo real.
La carta cuenta además con una selección de vinos únicos de producciones muy limitadas, así como de caldos ecológicos.
Las instalaciones del hotel se completan con diferentes salas polivalentes para eventos y banquetes, una de ellas con una cúpula acristalada. Acoge además su proyecto Sofraga Cultural, con el que organizan charlas y encuentros gratuitos de interés.
ÁVILA, DESTINO DE CULTURA Y GASTRONOMÍA
Ávila fue fundada en el siglo I, tras la conquista por Julio César de esta zona peninsular; poco después se inicia la construcción de una muralla con las mismas dimensiones que la actual. Cuna de Santa Teresa de Jesús y sepultura del inquisidor Torquemada, la ciudad adquirió su configuración actual en el siglo XI para proteger los territorios castellanos contra los musulmanes.
Su muralla, construida entre 1090 y 1099 por orden del rey Alfonso VI, es una de las mejores representaciones de arquitectura defensiva del mundo conservada íntegramente.
Cimentada sobre roca, supone una potente cerca de mampostería granítica, macizada con piedra y mortero de cal. Presenta unas dimensiones de 2.516 metros de longitud, muros de tres metros de espesor y unos 12 metros de altura, y cuenta con 87 torres semicirculares y nueve puertas monumentales.
Visitable en buena parte de su trazado y accesible a todos los ciudadanos en un paseo de unos tres kilómetros, se puede acceder a ella por la Casa de las Carnicerías, la Puerta del Alcázar y la Puerta del Puente.
Además, tienen una gran importancia arquitectónica las iglesias románicas extramuros de San Pedro, San Vicente, San Andrés y San Segundo, las iglesias de San Nicolás, Santa María de la Cabeza y San Martín y los conventos de la Encarnación, San José y el Real Monasterio de Santo Tomás.
Ávila también cuenta con la que es considerada la primera catedral gótica de España y desde el exterior sorprende su apariencia de fortaleza. La catedral forma parte de la muralla de la ciudad. En el interior, destaca el coro y su retablo principal, obra, entre otros, de Pedro Berruguete.
Ávila también es la ciudad natal de 'La Santa', como se conoce aquí a la figura de Santa Teresa de Jesús. Es imprescindible visitar el Convento de Santa Teresa, situado en la que fuera su casa natal.
Son muchos los puntos con bonitos atardeceres de Ávila pero el más popular es quizá el que se disfruta desde el humilladero de los Cuatro Postes. La panorámica de la ciudad, con la muralla en primer plano y el cielo cambiando su color, es sin duda espectacular.