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Los mejores cocidos para tirar de cuchara y combatir el frío

Los mejores cocidos para tirar de cuchara y combatir el frío

MADRID, 11 Nov. (EUROPA PRESS) -

Si hay un plato popular y clásico dentro de la gastronomía española, ése es el cocido. Aclamado como uno de los platos más representativos de la gastronomía española y, más concretamente, de la cocina madrileña, a pesar de que hay distintas variables de hacerlo dependiendo de la zona geográfica, el cocido es uno de los platos de cuchara que conquista a todo aquel que lo prueba, y los meses de invierno son, sin duda, la ocasión perfecta para disfrutarlo en todo su esplendor. Por ello, nada mejor que un recorrido por algunos sitios donde disfrutar de un buen cocido con motivo de la celebración de su Día Internacional este 27 de febrero.

En Casa Carola (c/Padilla, 54) llevan 25 años sirviendo en su espacio solo cocido madrileño. Un clásico de la cocina de la capital que se sirve en tres vuelcos y va acompañado de piparras y cebolletas. Además es barra libre de cocido, así que se puede repetir las veces que se quiera.

También todos los días se puede degustar este plato típico madrileño en un ambiente tradicional como Malacatín (c/Ruda, 5). A fuego lento y sin prisa, así preparan desde hace más de 100 años el cocido en el local, donde los clientes pueden disfrutar sin prisa de uno de los platos más característicos de Madrid y donde no falta su sopa de fideos, sus garbanzos, su piparra al vinagre, repollo, patata cocida, la pringada del tocino de veta, el chorizo de León o la morcilla asturiana, la gallina, morcillos de ternera y manitas de cerdo.

Para los paladares más clásicos, en Lhardy (Carrera de San Jerónimo, 8) podrán degustar uno de los grandes clásicos de la cocina madrileña como es su icónico cocido con sopa con fideos cabello de ángel, garbanzo de pico pardal de Castilla y León, verduras (repollo, patata y zanahoria) de Carabaña, chorizo de León, morcilla de arroz y secreto ibérico estilo Burgos (Casa Alba), longaniza trufada de cerdos de Euskal Txerri, tocino ibérico, morcillo de buey gallego, tuétano de vaca gallega, jamón ibérico de Huelva, foie del Ampurdán en escabeche, costilla ibérica de Sierra de Villuercas y relleno de cocido de ropa vieja.

Por su parte, en Florida Park (Paseo de Panamá, s/n.) cada jueves celebran en El Pabellón, su restaurante a la carta, su propia fiesta de 'San Cocido' con una oferta especial pensada para degustar este castizo plato. El ritual en los fogones de Iván Cerdeño, director gastronómico del espacio, y de Alberto Padin, chef ejecutivo de Florida Park, para elaborar los dos vuelcos que lo componen comienza 48 horas antes. A la hora de elaborar el caldo, los chefs apuestan por materias primas de primer nivel procedentes de diferentes regiones, como el chorizo ahumado asturiano o el garbanzo pedrosillano de La Vega, entre otros.

En el restaurante GastroVía 61 del Hotel Mayorazgo (c/Flor Baja, 3) ofrecen sus jueves de cocido, pero también se podrá degustar este clásico plato en su día internacional. Este cocido madrileño es fiel reflejo de la autenticidad castiza, ya que se sirve como manda la tradición, a los tres vuelcos que permiten saborear primero su sopa casera donde no faltan fideos, ni tampoco un acompañamiento de piparras con cebolla, tomate frito y garbanzos, le siguen un segundo vuelco con garbanzos, patatas y verduras como repollo y zanahoria, y para el tercero, las clásicas viandas de carne, oreja, chorizo, morcilla y tocino.

En Ponzano (c/Ponzano, 12) cada miércoles también es el día del cocido en su menú. El restaurante de Paco García se esmera en hacerlo de la manera más tradicional, empezando a prepararlo a primera hora para que esté cociendo durante cinco horas y tras reposar durante la noche, cuecen durante tres horas más todas las carnes. En este rincón de Chamberí el primer vuelco es un mollete de pan cristal caliente de Viena La Baguette untado con pringá, el segundo la sopa, y el tercero, las carnes variadas. Un cocido completo junto con bebida, postre y café.

Por su parte, Vincci Hoteles ha diseñado 'La Ruta del Cocido' que se puede degustar todos los martes en el horario de comida en sus establecimientos madrileños de Vincci Soma y Vincci Soho. En ambos espacios el cocido se sirve como marca la tradición, en tres vuelcos, empezando por la reconfortante sopa, siguiendo por las verduras y legumbres y finalizando con las carnes, desde gallina, morcillo de ternera, jamón, tocino, hasta panceta, morcilla y chorizo y como broche un arroz con leche caramelizado con violeta.

En Falling Leaves (Plaza Manuel Becerra, 12) destinan los viernes al cocido, pero celebran este día internacional con un cocido donde destaca la materia prima empleada para su elaboración con garbanzo lechoso del sur de España. Además, se sirve el tuétano a la brasa de carbón con un majado de tomate, comino, ajo y aceite, siguiendo la receta de la abuela del chef Juan Luis Dastis. Un cocido servido en tres vuelcos, comenzando por la sopa, para seguir con los garbanzos acompañados de las verduras incluyendo el repollo rehogado y, para finalizar, las carnes, incluyendo el tuétano.

Para los que prefieran degustar el icónico cocido de Lalín y hacerlo en casa, ahora podrán hacerlo gracias a la alianza entre el restaurante gallego La Molinera, uno de los más representativos de Lalín, y Petramora, que permite disfrutar en casa de este plato, que tiene la peculiaridad de que sus carnes, además de saladas y curadas, están ahumadas, lo que aporta una intensidad especial muy bien acompañada por los grelos. Un pack preparado en la propia cocina del restaurante que contiene un listado de ingredientes como el caldo y fideos (para la sopa), garbanzos, chorizo de carne y de cebolla, grelos, patatas, cacheira, lacón, gallina, ternera, espinazo, pata, rabo, costilla, panceta y lengua. Y de postre: queixo da Josefa (leche cruda de vaca) y membrillo.

Y para los que prefieran una versión diferente del cocido el joven chef Yong Wu Nagahira ha preparado en Ikigai Velázquez (c/Velázquez, 136) tempura de cocido, su versión de este castizo plazo, pero con técnica japonesa, en el que juega con las cocciones, con las texturas y con la potencia de sabores para lograr el equilibrio perfecto y mucha ligereza. El resultado es un consomé de cocido con una ropa vieja que trituran, meten en molde y tempurizan, y al que añaden unos garbanzos que deshidratan y posteriormente fríen para que queden crujientes.